jueves, 21 de febrero de 2019

La meditación de la bondad amorosa, Loving Kindness






En realidad no existe ningún límite natural para la práctica de la bondad amorosa en la meditación o en la vida cotidiana. Es una comprensión directa, continua y en constante expansión de la interconexión.


Tambien es la encarnación de la misma. Cuando podemos sentir amor hacia un árbol, una flor, un perro, un lugar, una persona o hacia nosotros mismos durante un instante, podemos encontrar a todas las personas, todos los lugares, todo el sufrimiento y toda la armonía en ese preciso instante.

Esta práctica no consiste en intentar cambiar nada ni tratar de llegar a ningún lugar, aunque superficialmente podría parecerlo. Lo que hace esta práctica es sacar a la luz aquello que siempre ha estado presente.

El amor y la bondad están siempre presentes, en algún lugar y, de hecho, en todas partes.

Por lo general nuestra capacidad de estar en contacto con estos sentimientos y de permitir que lleguen a nosotros está cubierta por nuestros miedos y heridas, por nuestra avaricia y nuestros odios, por nuestro aferramiento a la ilusión de que somos seres realmente separados y de que estamos solos.

Al evocar tales sentimientos en la práctica nos expandimos hasta encontrarnos con los límites de nuestra ignorancia, del mismo modo que en el yoga nos estiramos hasta encontrarnos con la resistencia del musculo, del ligamento y del tendón.

En esta y en todas las demás formas de meditación nos expandimos hasta encontrarnos con los límites y la ignorancia de nuestra mente y nuestro corazón. Y al expandirnos, aunque en ocasiones pueda resultar doloroso, como ocurre con el estiramiento, crecemos, cambiamos y cambiamos el mundo.

Fragmento del libro "Mindfulness en la vida cotidiana" , de Jon Kabat-Zinn

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